He estado viviendo alrededor de 19 años en una casa que tiene las ventanas orientadas hacia el Popocatépetl el ¨Monte que humea¨ y el Iztaccíhuatl ¨la mujer dormida¨.
Esta casa se encuentra en la parte alta de un cerro y el sol como don Alfonso Reyes diría:
…Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
¿Has notado cómo, durante la temporada de lluvias, el cielo se vuelve un lienzo espectacular? Rosas intensos, naranjas vibrantes, azules profundos… todos mezclados como si el universo estuviera pintando con acuarelas. Pero hay un detalle curioso: esos cielos mágicos solo aparecen después de las tormentas más intensas.
Y vaya que hay que pasar por ellas. Truenos que sacuden el alma, ráfagas de viento que parecen querer arrancar el techo, frío que cala hasta los huesos. Pero justo ahí, cuando todo parece caos, el cielo nos regala su mejor versión. Es como si dijera: “Aguanta, que lo bueno viene después”.
Las tormentas también ocurren dentro de nosotros
Así como en la naturaleza, en la vida también enfrentamos tormentas. Momentos duros, confusos, incómodos. Pero si los atravesamos con los ojos bien abiertos, pueden enseñarnos cosas valiosas. Nos invitan a mirarnos al espejo, a reconocer nuestras virtudes con humildad y nuestros defectos con honestidad.
Y sí, a veces esa mirada nos desconcierta. Tal vez no nos guste lo que vemos. Tal vez no nos reconozcamos. Pero justo ahí comienza la oportunidad de reconstruirnos.
Mirar hacia adentro para crecer
Vivir una tormenta no es solo resistirla. Es aprender de ella, identificar qué fortalezas ya tenemos y qué cualidades necesitamos desarrollar, dejar de lamentarnos por lo que no podemos controlar y empezar a actuar sobre lo que sí depende de nosotros.
Hablar con otros también ayuda. Conversaciones con propósito, donde se escuchen diferentes puntos de vista con respeto, pueden abrirnos la mente y elevar nuestra conciencia.
Que el viento sople a tu favor
¿Recuerdas ese olor a tierra mojada antes de que empiece a llover? ¿Esa brisa fresca que anuncia lo que viene? Es un recordatorio de que, aunque la tormenta parezca dura, también trae belleza y renovación.
Así que prepárate. Enciende tus velas internas. Que el viento sople siempre a tu espalda y te lleve lejos… hacia el encuentro más importante: contigo mismo.
Con aprecio…CGL